El agua de mar es una solución basada en agua y sales minerales disueltas con una concentración aproximada de 35 ‰ (3,5 % o 35 g/L) de media. Estas sales están constituidas por varios componentes procedentes del efecto de disolución provocado por la lluvia al caer sobre las rocas, a través de los ríos. De esta manera, las rocas que
componen el suelo sufren diferentes procesos que la meteorizan, esto quiere decir que las descompone en partículas más pequeñas. Por supuesto, los que tienen más probabilidades de llegar al mar son los más solubles al agua, que son el cloro y el sodio, los componentes básicos de la sal común. Y que representan el 90 % de todos los componentes disueltos en el mar.
El agua proveniente de ríos y manantiales, como bien sabemos, desemboca
en el mar. Este agua provoca el arrastre estas partículas de las rocas disueltas en el agua, proceso conocido
como lixiviación. Además, no solo se van añadiendo minerales al agua,
la proporción de sal va aumentando conforme se produce el proceso de
evaporación del mar. Este proceso se ve influenciado por factores ambientales
como viento, temperaturas altas, el resultado es mayor concentración de sales
minerales.
¿Qué consecuencias
implica que el agua del mar sea salada?
Los compuestos salinos
aumentan la relación masa/volumen del agua de mar, de esta manera aumentan su
densidad. Esto explica que sea más fácil flotar en el agua del mar que en el
agua de ríos y piscinas.
Este aumento de la concentración de sal en el agua también disminuye a -2ºC su punto de congelación. Como hay masas de agua con diferente temperatura y concentración de sal dentro del mar, esto hace que haya masas de agua que sean más densas que otras. El agua más densa se hunde y deja lugar en la superficie a aguas menos densas, lo cual es clave para la circulación de las corrientes marinas que distribuyen el calor por el planeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario